"Ayúdame!".
Pedía a gritos que alguien de por ahí pudiera ayudarla, pero nadie se dignaba a mirarla, todos recorrían su camino de forma casi natural, pero no se daban cuenta que de la forma que lo hacían, era muy patético. No mirarla significaba algo más que ciegues. Significaba egocentrismo, idolatría. Dudaban de su propia existencia y no veían nada más en sus vidas que la de ellos mismos.
Y ella ahí... aún pidiendo socorro.
No era escuchada, observada, dedicada. Y era tan hermosa, tan dulce y fresca que los que pasaban por ahí jamás se podrían imaginar que tan deliciosa y bella era. Pero pasaban los años y aún ella esperaba...
y esperaba....
y esperaba...
Por alguna razón ella pensaría que alguien la socorrería en algún momento, pero todos miraban sus vidas y nadie miraba nada más que su podría indolencia. Ni al sol ahora miraban, solo miraban sus relojes, su corbata y sus camionetas. Nada más que lo que le traía amargura, pero cegados estaban ellos, pues la apatía de algunos es el pecado de otros. Necesitan ser manipulados por algo más. Por algo que los condene, por algo que los mantenga vigilados, por algo que los mantengan encerrados en su mente. Necesitan que los ahoguen para que ellos se sientan vivos... pero no lo están. Y ella espera... espera que la miren y que la acaricien como en alguna oportunidad lo hicieron, pero cada vez se sentía menos atraída...
y esperaba...
y es pe ra ba ...
y es...pe...ra...ba...
y..........
es...
pe...
ra...
ba...
Y se dio cuenta de una cosa.
Se miró ella, se observó ella y no encontró nada más que polvo. Envejeció pidiendo auxilio y nadie se percató de su presencia. Ya solo era una flor muerta en una ciudad de bestias. Solo era nada en el todo.
Y se odio.
Se maltrató, se rasguñó, se mordió, se mató. Porque ahora ya no valía la pena pensar en pedir ayuda. Porque ya ni se recordaba de que pedía ayuda.
Porque ya no era nada.
Porque ya no existía.
Ellos hicieron que ella se extinguiera.
Ellos la mataron...
...la asesinaron...
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