viernes

Perfecta

De pronto la vi. Era hermosa, y ella muy bien lo sabía. 
Su singular y sensual forma de caminar, hacia que el viento pudiera envidiarle todo movimiento que de ella pudiese nacer. Sus caderas hacían desencajar cada partícula, su aroma que con el rocío de sus pétalos podía embriagar a quién pasase delante de sus ojos. 
Sus labios rojos podían hacer juego perfectamente con todo su rostro, ese rostro que los mismo ángeles habían esculpido para ser un ser más divino que dios. Era perfecta. 
Su cuerpo lascivamente entallado, sus manos de artista, sus manos de gentileza. Piel tan delicadamente suave , la humedad de su cuerpo, pero lo que más admiro, aún más, esas preciosas luces que hacen iluminar su oscuridad. Sus ojos que al mismo olvido podrían hacer olvidar, tan tristes y misteriosos que hacen perderte dentro de un mundo distorsionado, pero hermoso. Por que ella es preciosa. Es hermosa, Su nombre la hace ser más hermosa aún. 
La envidia de una diosa, tan hermosa cómo el mismo Sol dentro de sus abrazadores rayos. Afrodita como ella misma, puede expeler su femineidad por todo su cuerpo, tan dulcemente complacido. 
Real y bella. Bella y real.
No sabía si quería que estuviese a mi lado, o si quisiese adorarla como un dios.
No sabía si tocarla o admirarla.
Era tan perfecta que mis repugnantes manos no tendrían jamás que acercárseles. 
Tenía que abstenerme ante cualquier acto. 
No podía hacer que esa hermosa criatura del cielo se pudriera ante mi. 
Era tan hermosa.
Tan hermosa.

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