viernes

Metafísica de la Necromacia

      Seguramente te has preguntado cómo nacen las flores, por qué en las noches te da sueño o cómo es que te enamoras. Todo eso es obra de las hadas, pequeños y hermosos seres que coquetean entre pétalos y gotas de rocío, se encargan de traer salud en los partos y endulzar las frutas. 
       Pero mi historia que quiero contarte no es sobre aquellas hadas del estío, sino que otro tipo de seres, las hadas macabras. Ellas se encargan de podrir los árboles, descomponer a los muertos y corromper el ocaso hasta convertirlo en noche. 
Destrudo era el hada del suicidio, era claramente más alto y más delgado que el resto, su cuerpo era completamente afilado y parecía estar compuesto de algún metal corroído. Su vida se limitaba a esparcir la esencia de la autodestrucción sobre los adolescentes humanos, para hacer que estos se suicidaran. Cada día era más vació que el anterior y carecía de total sentido, para Destrudo el único consuelo sería acabar con su propia vida, algo totalmente imposible, ya que nunca tubo el valor de hacerlo.
     Mas algo calmaba el corazón de Destrudo, cada noche se escondía en el campo de rosas muertas para observar al hada más pequeñas de todas, Cathexis. 
La tarea de Cathexis consistía en repartir sueños a los bebes humanos, sueños de paranoia, melancolía, cáncer, y frialdad. Cathexis repartía pesadillas, ella era la hada de los sueños perdidos.
     Nada más al verla, sus ojos se llenaban de lágrimas y hubiera dado todo por abrazarla alguna vez. Pero cuando se tiene un tesoro siempre hay alguien que quiere robarlo.
Mizeria, el hada de la envidia odiaba que el infeliz de Destrudo pudiera amar a alguien y esa misma noche fue a la cuna de Cathexis, amparada en medio de la oscuridad, un alma llena de rencor, angustia y odio. Uso todas y cada una de sus falanges para arrancar los pequeños ojos de la pequeña Cathexis ante la impávida mirada de Destrudo, cuya alma comenzaba a olvidar los sentimientos suicidas, siendo remplazados por el deseo de venganza y usando por completo su afilado cuerpo desmembró cada parte de Mizeria, convirtiéndola en nada más que un bulto incorpóreo, cada vez más sumido en la hierba muerta. 
    Cuando Destrudo volvió en sí, acudió donde Cathexis para acompañarla en su sufrimiento, ella lo abrazó hasta qué nació el sol. 

Historia creada por Marcos del Real Sessa

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